Maldita torpeza {Matthew}

"De acuerdo, muy bien...tengo que distraerme"
Sí, eso mismo necesitaba, una distracción. Sintió cómo la mano de Valerie, su hermana menor, soltaba la suya y cómo la niña, soltando una suave risita, salía corriendo en dirección opuesta a ella, en busca de un par de patines.
El aire acondicionado del lugar casi lograba que Nicole viera su propio aliento al respirar, hecho a propósito, obviamente. Una pista de hielo.
Era increíble pensar que aquél sábado en Ohio, detrás de las puertas del lugar hacía un calor rayano a los treinta grados.

Ocultó las manos en los bolsillos de su chaqueta y comenzó a caminar, lentamente, en busca de patines también. Podía escuchar las voces de uno que otro adolescente, risas, cantos {de karaoke}, gritos, diversión.
Nicole sólo miraba, sólo era testigo de ello, mientras calzaba los patines blancos en sus pies, como si hubiera olvidado cómo ser feliz.
Tal vez, con todo lo que le había ocurrido, con todos los golpes que le había dado su vida, tal vez la risa se había vuelto un simple recuerdo, un atisbo de lo que nunca volvería a tener.
Al levantar la vista y ver a Valerie patinar en una pista lejana, sintió envidia. La niña también estaba dolida, por supuesto, pero ella sabía reír.

Pensar que debía aprender de una niñita de nueve años era bastante deprimente.
Suspiró, y sosteniéndose de los barandales intentó llegar a la pista. Se tambaleaba bastante seguido, nunca antes había patinado sobre hielo.
Sus pies se movían hacia donde ellos querían, no hacia donde la jovencita rubia los dirigía, y eso le hacía fruncir el ceño y sentirse frustrada. Estaba acostumbrada a ser una experta, a saber cada paso y movimiento. En Adrenalina Vocal, en el canto, en el baile, en los gimnasios, en natación...

Y tal vez, justamente necesitaba eso. Necesitaba dejar de ser perfecta, necesitaba dejar de saber lo que debía hacer. Necesitaba dar un salto a ciegas, tropezar, caer, equivocarse y levantarse, hasta ser experta de nuevo. Pero, mientras tanto, pasar por la inseguridad y el dolor de las caídas.
"Tal vez el patinaje realmente funcionaría como distracción. "
Al pensar eso, no pudo evitar que una sonrisita, pequeña y torcida, apareciera en su rostro.

Sonrisa que se fue tan rápido como llegó. Una persona como ella no puede notar una distracción, perdida en su mundo, en ella misma, no pudo ver a la persona que estaba frente a ella, ni cómo el impacto de sus movimientos torpes y la sorpresa repentina logró que ambos chocaran.
El cuerpo de la joven impactó contra el hielo, al igual que de la persona que había atropellado.
Escuchó un par de risas alrededor, de la gente que seguía de pie, y sus mejillas se coloraron de un fuerte color rojo.
-Yo...esto...lo siento, de verdad, lo lamento mucho. No estaba viendo por donde...-dejó la frase en el aire, avergonzada. Y se le ocurrió levantar la vista, de soslayo. La persona que había llevado al suelo junto con ella era un joven, no mucho mayor que ella, de ojos castaños, ceño fruncido y rizos dorados. Frunció los labios, bajando la mirada. Genial, ahora le diría que era una torpe y debía fijarse por dónde iba. {Y no le faltaría razón}

Solo había estado unos pocos días en la ciudad, los suficientes para haber descubierto la boda de su primo, el club Unique y su nuevo pisito en la ciudad. Puede que para algunos eso no fuera muy pesado, pero para Matt todo aquello le había agobiado demasiado. Por suerte aún no había empezado el instituto, que si no... bueno, no quería pensar en aquello, solo imaginarmelo me empezaría a volver a agobiar. Me repetía que aquello era lo que solía pasar cuando te mudabas a una ciudad y tenías familiares que nunca habías visto en tu vida, también que si querías ser parte de un club debías de esforzarte.

¡Ya!, no debía de pensar más en lo que me había sucedido, solo debía pensar en el presente. Debía de relajarme, habían tantas cosas que podía hacer en aquella ciudad que no sabía por cual empezar. Podría ir a tiendas de música, podría ir a tiendas de segunda mano para encontrar discos de vinilo de los Beatles, podría buscar trabajo, podría ir a pasear, podría ir a patinar... ¡Eso es, podría ir a patinar!

¿Cómo había logrado esa genial idea? Pues, mirando un folleto publicitario de la pista de patinaje. Solo había un pequeño inconveniente, no sabía patinar. Jamás había pisado una pista de patinaje, ni siquiera siendo niño en Liverpool. Nunca me había llamado la atención, preferia hacer otras cosas antes que coger unos patines y hacer el ridículo en una pista de hielo.

Solté un suspiro, ya era demasiado tarde, sin que me diera cuenta me había dirigido a la pista de patinaje en la zona de ocio de la ciudad. Bueno, siempre había una primera vez para todo.

No sabía muy bien que tenía que hacer, observé a la pequeña multitud que había por la zona; la mayoría estaban haciendo cola para coger unos patines, mientras que otros simplemente estaban observando a los que ya estaban patinando. Se podía escuchar gente cantando como en un karaoke, otros estaban charlando animadamente y otros estaban tomando un chocolate caliente.

Me encongí de hombros a la vez que me colocaba en la fila. Tardé bastante en conseguir unos patines, intenté no pensar que apestosos y sudorosos pies los habían calzado antes que yo, si no los hubiese dejado allí mismo.

- Tampoco puede ser tan difícil, ¿no?-me pregunté a mi mismo, mientras empezaba a entrar poco a poco en la pista de hielo.

Nada mas empezar, casi me caí por lo que decidí para mi seguridad cogerme a las vallas de seguridad que había alrededor de la pista. Poco a poco fui cogiendo confianza en mi mismo, mis pies ya no vacilaban como antes. Una sonrisa de confianza apareció en mi rostro, lo estaba logrando.

Cuando pensé que ya podía sostenerme yo solo, me solté de la valla y con pequeños balanceos me empecé a mover por la pista. De vez en cuando vacilaba y me tambaleaba, pero enseguida recuperaba la conpostura.

- Creo que ya le estoy cogiendo el tranquillo a esto...

Antes decirlo, antes estamparme con una patinadora. El golpe hizo que me callera de culo, cosa que hizo que me deslizara unos metros del lugar del accidente. Solté un leve quejido, pero al abrir los ojos me encontré con una persona también tirada sobre el hielo. Fui a agatas hasta su encuentro, sabía que había gente mirándome y riéndose de mí pero ahora mismo no me importaban ya que por mi culpa había tirado a una persona al suelo y tal vez le había echo daño.

- Discúlpeme, no estaba en lo que estaba y he chocado con usted. Enserio, déjeme ayudarla.- intenté levantarme para ayudarla a que se levantara, pero justo cuando me había levantando, mis piernas se tambalearon y volví a caer al suelo; pero esta vez de espaldas.

No pude evitar reirme, mientras me sentaba bien sobre el frío hielo.

El rostro de Nicole no podía encontrarse más enrojecido al momento de la colisión con ese muchacho desconocido. Lo único más patético de ir a patinar por primera vez, y apestar en ello, era lograr que un ajeno cayera al suelo y, para cerrar con broche de oro, fueran el centro de atención de vez en cuando.
En se momento, agradecía el hecho de que Valerie se hallara en otra pista, alejada de ella.
Se quitó con fastidio los mechones de cabello rubio que nublaban su visión para prestar más atención a la humillante situación.

Sin embargo, todo pasaba demasiado rápido para el pequeño cerebro embadurnado de vergüenza de Nicole. El joven desconocido ya se había disculpado, al mismo tiempo que ella {tan así que las voces de ambos se habían mezclado, interferido uno con el otro, y sólo se había comprendido el tono de disculpa}. Para luego intentar levantarse y volver a caer a su lado, soltando una risa. Sin embargo, a pesar del tono humorístico del extraño, la muchacha pudo notar que la segunda caída había sido casi tan fuerte como la anterior, y sus grandes ojos azules se abrieron con preocupación.

-Descuida…yo…te ayudaré-musitó, rápidamente {tan rápido que apenas pudo entenderse las palabras que mascullaba detrás de sus labios rosados}. Se arrodilló en el frío hielo, tomándose torpemente del barandal, como una niña de cinco años; y, apoyada en la seguridad de aquél cilindro de metal, logró colocar sus pies en la tierra una vez más, éstos se tambalearon un poco, logrando que sus dedos se aferraran con más fuerza al barandal de seguridad. Sin embargo, unos instantes después logró recuperar el equilibrio.

Extendió la mano hacia el muchacho {sin soltar la otra del barandal} para que se aproximara a su lado y se levantara. Instantes después, un par de maldiciones y sacudón de hielo de sus ropas, ambos estaban en pie, sanos y salvos. Viviendo para contar cómo cayeron como un par de tontos al suelo la primera vez que aprendían a patinar sobre hielo.
“No puedo ser la única persona a la que le haya pasado en la historia de este lugar…”
Un vistazo rápido alrededor le hizo dudar seriamente sobre la veracidad de esa afirmación mental. Ya que todos los demás se hallaban de pie, algunos hasta hacían acrobacias sobre el hielo, giros y vueltas.
-. Presumidos-musitó Nicole, entre dientes, y al resoplar pudo ver su aliento surgir de su boca entre abierta.

Aquello realmente era nuevo para ella. Acostumbrada a ser la segunda de la voz principal. Una de las mejores en natación, bailarina excepcional…siempre humilde, nunca la mejor, pero sabía lo que hacía.
¿Y ahora?
Ni siquiera sabía junto a quién estaba parada.
“¡Oh, claro!”

El desconocido parecía intacto. Mismo rostro, mismos ojos y mismo pelo. Órganos vitales en sus lugares y sin pérdida de sangre, un poco de escarcha en sus piernas y pecho, pero nada que no pueda arreglarse con un espejo y sus dos manos.
Todo estaba bien.
-. Lamento haberte chocado, soy nueva en esto. Jamás había patinado y…-pensó que le debía una explicación, que era como…lo menos que podía hacer, luego de haberle reservado un viaje con todos los gastos pagos al suelo. Y aunque él también lo había hecho; Nicole estaba más que segura de que era su culpa. De ella y sólo de ella. Y, como siempre, ahí estaba, derritiéndose en disculpas. Como siempre había hecho, disculpas por no ser demasiado buena, disculpas por tener que mejorar en su canto, disculpas por opacar la voz principal, disculpas por querer arruinar la vida de su hermano {sólo por botar las drogas que él tenía en su habitación}, disculpas por entrometerse, por ser perfecta, disculpas por ser una alumna…

-…y no te vi. Eso es todo, lo siento.-repitió, y bajó la mirada. Lo más prudente sería irse de allí, alejarse en dirección opuesta al muchacho e intentar olvidar las facciones de su cara. Sin embargo, sus pies no se movieron. Tal vez por inercia, tal vez por distracción, tal vez por simple gusto o tal vez por el hecho de no poder dar un paso sin tropezarse con el filo de sus patines.
Tal vez por todo lo anterior, tal vez por nada; pero el hecho fue que no se movió.

Pude observar mientras no paraba de reirme, como el rostro de aquella chica se empezaba a poner rojo como un tomate. En ese momento paré de reirme, alomejor para mí eso era divertido pero para otras personas podía ser una molestia sobretodo si el que te a tirado empieza a reirse. ¡Maldita sea mi estupidez! Estaba dejando en ridículo a una pobre chica, a mi no me molestaba pero a ella si. Pude notar como la gente de alrededor se paraba y se reían entre ellos o otros pasaban del asunto, ya que estaban demasiado ocupados intentando no caerse como ellos en la pista de patinaje.

- Disculpa, creo que debería ser yo el que se disculpase puesto que la culpa de que se encuentre en el suelo es mía y solo mía...-intenté racionar, pero antes de que pudiera lograr que me respondiera o me ignorase, o ambas cosas, se encontraba sujeta a la barandana intentando ayudarme a levantar.

Solté un suspiro, acompañado de un leve quejido por la dura caida de hacía unos instantes. No quería que se preocupara más por mí de lo que ya estaba haciendo, por lo que decidí esconder mi dolor con una fingida sonrisa que no mostrara mis dientes. Agarré con algo de fuerza su mano, la suficiente para que no la hiciera mucho daño; aunque siendo honestos, la fuerza no era mi punto fuerte. Mis piernas se desequilibraron durante unos breves segundos, pero enseguida se volvieron seguros al agarrarme yo solito de la barandana.

Bajé la mirada para ver si me había roto los pantalones o la chaqueta, pero por suerte no pasó nada más. Subí de nuevo mi mirada, para encontrarme a lo joven misteriosa observando a la gente que estaba patinando; pude ver como decía algo entre dientes, pero por culpa del jaleo que había cerca nuestra no pude escucharla bien. Solo pude imaginarme que no estaría muy contenta por la caida de hace unos instantes; totalmente comprensible, a nadie le gustaba hacer el ridículo.

Se hizo un silencio, en el cual me dediqué a observar a los demás patinadores presumiendo ante la gente de sus piruetas y su falta de accidentes. Solté un leve suspiro, tal vez patinar no hubiese sido la mejor idea o tal vez yo no era el más apropiado para haber patinado. La chica se volvió a disculpar, alegando que era su primera vez. Vaya, almenos más gentes aparte de mí lo estaba intentando. Ya se sabe, nadie nace sabiendo.

- No te debes de disculpar, soy yo el que andaba despistado y choqué contigo... Será que es mi primera vez, aunque pienso más que es gracias a mi despiste que nos encontremos aquí.

Nada más intentar disculparme yo, ella volvió a intentar disculparse diciendo que era porque no me había visto. Esta conversación no estaba llevando a ninguna parte, podía estar pasándome el día entero disculpándome que no conseguiría que se diera cuenta de que era culpa mía y que así esto no avanzaba.

- Si quieres podemos estar todo el día disculpándonos y compitiendo por quien tiene la culpa o... podemos hacer algo mejor, como dejarte que te invite a un chocolate caliente para olvidar nuestro pequeño accidente.

Le mostré mi sonrisa más sincera, mientras me sujetaba con fuerza a la barandana para que nadie pudiera tirarme de descuidado un empujón. Para intentar convecerla puse cara de perrito degollado y morros, soltando algún que otro llanto de perro.

El asunto ya había pasado, la gente seguía con su vida y ambos estaban de pie, eso era lo importante. Se preguntaba dónde estaría Valerie; sin embargo, sus preocupaciones pronto se fueron. El lugar era pequeño, la niña parecía tener una diversión asegurada para un par de horas, seguramente, y la encontraría con facilidad al sólo recorrer un poco la pista. Además, tenía órdenes estrictas de no salir del lugar sola. Confiaba en su hermanita.
Miró al joven desconocido, una vez más los dos se disculparon a la vez, logrando que sus voces hicieran interferencia por segunda vez, era una situación un tanto vergonzosa, pero vista de fuera, seguro ambos causaban gracia.

Ambos eran bastante similares, por la insistencia de las disculpas, a pesar del hecho de que Nicole parecía más avergonzada que él debido a la caída.
Pero bueno, al menos había logrado lo que quería, ¿No? Se había distraído perfectamente, en aquél momento, mientras miraba de soslayo al misterioso muchacho de rizos dorados, olvidó la razón por la que se encontraba en la pista de patinaje en primer lugar; las crisis familiares, los complejos, la tristeza. Lo olvidó todo, ya que otras situaciones ocupaban su mente en aquél momento.
Se removió las manos debido al frío del hielo bajo sus pies, intentando calentarlas, intentando sostenerse a la vez de la baranda, para permanecer segura. Sí, la joven Cresswell era un tanto meticulosa cuando quería. {¿Un tanto? ¡Por favor!}

Sin embargo, ni en sus más rebuscadas y retorcidas desviaciones de su imaginación podía ver venir que él la iba a invitar por un chocolate caliente, lo más lógico sería que ambos pidieran disculpas y cada quien siguiera su camino.
Parpadeó un par de veces, escondiendo sus zafiros color azul y buscó con la mirada a su hermanita, quien patinaba con alegría, soltando risotadas, dos pistas más allá.
Rodó los ojos y esbozó una sonrisita, Val estaría bien, podría encontrarse con ella más tarde, no quería estropear su diversión.
-Bueno, yo…claro, eso estaría bien-musitó, torpemente, ya que no estaba acostumbrada a los encuentros de aquél tipo, no pudo evitar reír cuando escuchó los gemidos de perrito que el chico realizaba. Parecía realmente divertido y carismático.

Así que; con cuidado, pasos cortos y bien contados, salió de la pista de hielo y se puso en marcha de abandonar los patines y colocarse sus zapatillas grises. Simples y algo gastadas, pero siempre limpias {He dicho que la chica es meticulosa, ¿Verdad?}
Una vez que tenía los pies firmes en el suelo seguro y estable, levantó la vista para observar a su compañero y ofrecerle una sonrisa pequeña y tímida, apenas alzando la comisura de sus labios con valentía.
Se apresuró a encontrársele una vez más, para no ser demasiado lenta o descortés, y así dirigirse a ordenar un chocolate caliente ahí mismo.
Sin embargo, no pudo evitar que su cerebro hiciera un “Click” haciéndole notar que había sido completamente irrespetuosa y había quebrantado una de las leyes máximas de la cortesía: tu nombre.
-¡Oh! Yo…esto…no te lo he dicho-musitó, un tanto nerviosa por su error-. Me llamo Nicole.-la muchacha era de pocas palabras, pero cuando abría los labios, era para decir algo importante. Después de todo, siempre había admirado aquél lema que rezaba “Es mejor permanecer callado y parecer un tonto, que abrir la boca y despejar cualquier duda.”