Descanzo después de entrentar (Jany)[Privado//+18]

Aún llevando aquel horrible disfraz el día del partido sabía que al menos una de las personas que saltaría al césped me vería con buenos ojos, seguro que era el único que se salvaba de un remojón con la escupidera.

La entrenadora del equipo finalizó los ejercicios y aquél chico que me había robado el alma se acercó hasta mí, sonriente.

Me quedé escuchándolo, pasando de los berridos de Sue por abandonar mi puesto, total era la mascota y se suponía que podía hacer lo que me diera la gana para animar, y estaba animando, ¿no?

- Pues ahora que te veo, estoy genial -me alcé de puntillas y le robé un beso, mientras le acariciaba la mejilla.

Cuando noté sus brazos alrededor de mi cintura pensé que ya había tocado el cielo, no había nada que me hiciera sentir mejor que tenerlo cerca de mí, aunque el corazón se me desbocara en cada ocasión.

- Tú siempre eres motivo de alegrías, ¿Por qué te crees que soy la envidia de ese grupo? -cabeceé hacia mis compañeras, no las veía pero estaba segura que más de una estaba pensando en la manera de asesinarme en aquellos momentos- ¿Me vas a raptar?La práctica va bien, pero yo ya he terminado.

Le sonreí al decirme aquello de dar una vuelta, no había nada que me apeteciera más que estar con él a solas.

- ¿Quieres que te acompañe a los vestuarios? -no le di tiempo a responder y tiré de su mano, cuando llegáramos a las duchas el resto del equipo estaría contemplando el final del entrenamiento de las Cheerios.

Llegamos a los vestuarios y como me imaginé no había nadie, pero tampoco sabía el tiempo que iban a tardar en aparecer.
Se acercó lentamente hasta mi y me volvió a rodear con sus brazos, bien pegada a él para después depositar un cálido beso sobre mis labios y dándome la vuelta, quedando mi espalda pegada a su pecho.

- ¿Mis planes? Ninguno señor Von Erich, sólo fuí su guía hasta aquí, pero quizás usted si que tenga alguno -oh vamos! no me iba a perder el espectáculo de verlo darse una ducha y menos salir con una toalla alrededor de su cintura, estaría loca si dejara pasar la ocasión y entonces si que no me lo perdonaría.

" Bueno mi plan principal era darme una ducha... aunque con una dama presente sería algo... penoso ", lo miré divertida y negué con la cabeza, no estaba para nada de acuerdo con aquél comentario. Iba a replicarle cuando siguió hablando y me sorprendió. " Aunque si cierta dama me acompañara a la ducha sería mejor ".

Estaba dudosa, si me pillaban allí dentro estaba segura que a algunas personas no les iba a sentar demasiado bien, pero era Rapha y si lo pensaba bien...
" Además el agua es caliente y podremos disfrutarla un rato, los chicos seguro tardaran una hora y yo normalmente me baño en 15 minutos ", estaba casi desnudo, me tapé los ojos con la mano y notaba mis mejillas ardiendo. "¿Qué dices? "

Yo también necesitaba una ducha, pero mi ropa no estaba en aquél vestuario sino en el de al lado, vi como se levaba la mano a los elásticos y bajé la mía.

- Digo que tendría que ir a por mi ropa -me acerqué a él, le robé un beso y salí disparada hacia los vestuarios de las chicas, donde cogí mi bolsa de deportes y regresé con una radiante sonrisa- ¿Rapha?

Me quedé plantada con la bolsa hasta que escuché el agua correr y sonreí.
Me quité las zapatillas, saqué mi toalla de la bolsa al igual que la bolsa de aseo, me desvestí, enrrollé la toalla alrededor de mi cuerpo y me asomé a la ducha.

- Pensaba que me ibas a esperar -dije haciendo un mohín.

Llevaba la toalla alrededor de su cintura, jugueteando con el agua que caía de la ducha, el vaho comenzaba a quedarse adherido a los azulejos, se sentía la calidez del ambiente, pero cuando me miró de aquella manera pensé que me iba a derretir.

" Te estoy esperando, solo quería el agua caliente para tí ", y no pude ocultar el rubor cuando me sujetó cariñosamente de la cintura y volvió a preguntar con aquella melodiosa voz que no entendía como no estaba en New " Porque,te gusta el agua caliente no? ", asentí con la cabeza.

Nunca me había bañado con un chico, aquella sería mi primera vez y estaba muerta de nervios, creo que él se dio cuenta, porque me hablaba muy dulcemente y sus movimientos eran armónicos y pausados. No iba con prisas.

Entré tras su invitación cogiéndole la mano y escuché el sonido del cerrojo al compás con las gotas de la ducha. Sentir sus caricias me dejaba fuera de onda, estaba nerviosa, casi aterrada pero sabía que podía confiar en él, eso me ponía en un aprieto moral. Retiré suavemente mi toalla, sintiendo sus labios sobre mi cuello y saqué la punta de la suya para retirarla después con mucho cuidado.

- Creo que ya no es ningún problema -pero no me atrevía a separarme de él, me daba algo de vergüenza. ¿Y si no le gustaba mi cuerpo?

Notar el contacto de su piel sobre la mía, las caricias de sus suaves palabras, sus manos recorriendo toda mi espalda, solté un jadeo sin poder contenerlo e intenté ahogarlo dentro de su garganta con un profundo beso, en donde mi lengua buscaba la suya con frenesí.

Quería ver mi cuerpo y sin embargo no dejaba de mirarme a los ojos.

- Pero no te rías -le di mi aprobación, aunque esperaba que no se sorprendiera al ver algunos moratones, la caída del potro había sido algo dura, pero sabía que tarde o temprano daría con la persona y entonces le explicaría que pasa cuando matas a una persona aunque sea sin esa intención, estaba un poco harta del bullyng que se daba en aquella escuela. El cardenal ya estaba en amarillo, apunto de desaparecer, pero en cuanto apenas dolía- Caí del potro.

Y no le mentía, porque no había tropezado con el aparato, sino que al colocar las manos sobre la superficie, la superficie jabonosa me hizo patinar y con la fuerza de impulso que llevaba caí por el otro lado, donde no estaba la colchoneta.

En esos momentos me di cuenta que para ser una chica estaba llena de roces, los puntos en la frente, el moratón en las costillas y sobre mis rodillas de la pista de patinaje. Sonreí, esperando que dijera algo al separarme de él. Ya estábamos bajo la cascada de agua caliente, y se sentía realmente agradable.

Nunca había sentido vergüenza y sin embargo, en esos momentos me sentía más desnuda que nunca, haciendo que mi corazón se acelerase, que el latido sonase fuerte y claro.
Me quedé debajo de la caída del agua, para no perder el calor y seguí con la mirada el recorrido que estaba haciendo la persona de la cuál estaba enamorada.
Mi rostro, el cuello, el pecho, elevé los brazos despacio para acariciarme el cabello, consiguiendo que mi torso se tensase un poco y le espalda se arquease, ya sin importarme a dónde estaba mirando, adquiriendo la seguridad que siempre me había caracterizado, el contacto de la yema de sus dedos me hizo volver a la realidad del momento y sonreí al notarlo tan cerca.

Una descarga me recorrió todo el cuerpo cuando su mano se posó sobre el Monte de Venus, me giré y me encontré con su mirada, brillante tranquila y respetuosa.
Cómo lo amaba, en esos momentos era suya y de nadie más, por él daría mi vida.

" Saber que todo este tiempo te he llamado "princesa" cuando en realidad eres una diosa...", la comisura de mis labios se extendió lentamente y me acerqué para besarlo, no sólo me había enamorado un día sino que mantenía esa llama encendida con cada palabra que salía de su boca.
Le pasé los brazos alrededor del cuello y pegué mi pelvis a la suya, su virilidad estaba latente, sus manos acariciándome los muslos, las caderas, mis costados, el abdomen liso y de nuevo a mi busto, donde se detuvo una vez más, acariciándolo lentamente, consiguiendo que debajo de toda el agua caliente que recorría cada tramo de mi piel, éstos se erizaran como cuando sentía frío.

" Jany... ", un suave susurró consiguió despegar sus labios de los míos, " Jany... me dejarias probarlos? ".

Le sujeté ligeramente la cabeza y la bajé despacio, guiándolo, pero no quería que sólo él me hiciera temblar bajo sus caricias, también quería demostrarle cuanto lo amaba, mis manos comenzaron a bajar despacio sobre sus hombros, recorriendo con las uñas su pecho, sin empujar, él me daba placer y yo imaginaba su cuerpo con el simple contacto, bajando lentamente por su costado, acariciando su cintura, llegando a la parte más baja de su columna, donde la espalda perdía su noble nombre y estrechándolo un poco más hacia mí.
Noté un golpe sobre mi vientre y salté enrroscándome en su cintura con las piernas, sintiendo sus manos sobre mis glúteos, los brazos subieron ágiles hasta su cuello y arqueé un poco más la espalda, dejando que el agua de la ducha bañase mi rostro, aguantando la respiración por momentos, con suaves jadeos al siguiente.

¿Si quería continuar? Pues una parte de mí si quería pero por otro lado me daba miedo.

- ¿Tienes protección? No quiero que me pase como a Juls -me quedé mirándolo directamente- No es que no me alegre por ellos, pero soy demasiado joven para quedarme embarazada, aún me quedan muchas cosas por vivir.

Y sin más volví a besarlo, esta vez de manera más suave, pasando de sus labios a su barbilla, mordisqueándola suavemente.

- Te quiero, Rapha, más que a nadie. Si quiero entregarle mi don a alguien ese eres tu, si eso no responde a tu pregunta... -lo miré directamente a los ojos y lo volví a besar, lamiendo sus labios, metiendo mi lengua en constante lucha de espacio con su lengua, acariciándole el pelo mojado, bajando las manos hasta su cuello.

Ahora si estaba asustada, no había vuelta atrás, quería hacerlo, pero estaba completamente aterrada.
Mi cuerpo se tensó al notar la calidez de las yemas de sus dedos sobre mi sexo, presionandolo ligeramente y comenzando a tocarlo en círculos, más cuando sus dedos bajaron entre mi entrepierna y sin dejar de encenderme se abrieron paso en la pequeña apertura.

Mi mente se desconectó unos instantes y cuando volvió me di cuenta que mis manos habían descendido desde su torso a su miembro, masajeándolo lentamente, mientras nuestras bocas se fundían en un cálido roce de los labios.
Sentía como la temperatura de mi cuerpo se disparaba, era agradable aquella sensación, pero los nervios en cuanto apenas me dejaban respirar.

Mientras jugaba con uno de sus dedos dentro de mi noté como su miembro se irguió un poco más y sonreí. Mis manos jugaban con su cuerpo al igual que las suyas lo hacían sobre el mío. El agua, el vaho dentro de la ducha, nuestros cuerpos vibrando despacio, era un momento mágico.
Nunca me había hecho una idea de como sería mi primera vez, pero creo que si lo hubiera hecho nunca me hubiera imaginado esta situación, era extremadamente placentera.

El susurro sobre mi oído, sus labios jugueteando sobre mi lóbulo, sus dentros dentro de mi, entranto y saliendo, no dolía pero empezaba a necesitar más. Mi cuerpo comenzó a temblar y aumenté el ritmo de mi mano sobre su órgano, lo necesitaba, quería ponerme en sincronía con lo que estaba sintiendo mi cuerpo en esos momentos, que él sintiera lo mismo que yo.

Me preguntó pero solo pude responder con un gemido, notando como mis rodillas comenzaban a flaquear, si seguía así terminaría cayendo en el suelo de la ducha.

¿Se iba? Creo que estaba apunto de echarme a llorar, ¿Se despedía de mi con un cálido beso en los labios?
Estuve a punto de salir corriendo pero entonces lo vi con una caja en la mano sacando un envoltorio plateado, para extender el preservativo a lo largo de toda su virilidad. Me sonrojé a más no poder y agaché la mirada, muerta de vergüenza por haber pensado siquiera algo así.

Se acercó de nuevo a mi, elevándome hasta su cintura como si no pesara y rodeé la misma con mis piernas, notando un leve tirón cuando la punta de su miembro quiso entrar en mi, pero no era dolor, era una sensación extraña.

Acepté su beso de buen agrado, acariciándole las orejas despacio mientras le correspondía el mismo.

" tratare de hacerlo lo mas suave posible... ", no sabía que iba a ser mejor, una descarga me recorrió la espalda y apreté sus costados con el interior de mis muslos.

- No... no es dolor, pero se siente raro -le dije con absoluta confianza, creo que aún estaba tensa.

La presión iba en aumento, cada milímetro que Rapha entraba en mi sentía como si se estuviera abriendo paso en un estrecho túnel por el que no se podía avanzar.
Notaba como los músculos se estiraban, no era una sensación dolorosa, pero lo sentía.

Su comentario me hizo enrrojecer y noté sus labios sobre mi cuello.
No sabía que responder, ni siquiera sabía qué pensar, al principio me había sonado a reproche pero al escucharlo gemir de aquella manera pensé que le gustaba.

Intenté relajarme un poquito, soltando la presión sobre sus caderas ligeramente, podía sentir una de sus manos en mi espalada acariciándola, su boca sobre mi cuello, marcándolo y la otra mano sobre mis glúteos.
El último movimiento sí dolió y me mordí el labio inferior para no gritar.
Me había pedido que lo avisara si me dolía, fue como si me pincharan.

- Eso me dolió -le dije despacio, volvía asalir de mi pero no quería que lo hiciese- Pero se puede aguantar.

Se movía con calma, saliendo despacio para volver a introducirse en mi, cada vez que lo hacía un revoltijo de sensaciones sea agrupaban en mi bajo vientre.
Lo tomé del rostro y busqué sus labios con desesperación, en esos momentos los necesitaba más que nada, abrí la boca y lo besé profundamente, ahogando algunos gemidos dentro de su garganta.