Distrayéndome un rato

Era viernes, fin de semana, señal de que podía olvidarme del colegio por lo menos por un par de días.

Definitivamente Dalton era más pesada y complicada que McKinley. El número de materias había aumentado y la presión de los maestros era palpable, nada que ver con la tranquilidad con la que se la tomaban algunos de los profesores de mi antigua escuela, a la que extrañaba tanto.

Estaba realmente agobiado y el descanso sí que me vendría bien. Decidido, mi primera parada sería el centro comercial. Invité a Blaine, pero debía reportarse en su casa así que no pudo acompañarme por más que quiso. Nos despedimos a la puerta del colegio y me dirigí al mall.

Al llegar al centro comercial, me fui a ver tiendas. Aun no sabía si compraría algo o no,pero el solo hecho de deambular entre aparadores siempre me relajaba y aclaraba mi cabeza. Comencé a caminar por los pasillos, sintiéndome cada vez mejor.

En eso, sin querer, al estar absorto viendo un hermoso suéter de Alex McQuinn, choqué con alguien que se hallaba frente a mí.

-¡Oh, lo siento mucho!-

"¿Dulzura?" Pensé, era raro que un chico me hablara así. Por un momento me sentí algo desubicado y no sabía como tomarlo, después de todos los apelativos que solían usar en contra mía en McKinley, la verdad, ya no sabía diferenciar entre un cumplido y una palabra dicha a modo de agresión.

Era un chico apuesto, debía admitirlo, y parecía amable y alegre. Esbocé una media sonrisa, aun con cierta desconfianza. Cuando habló de Dalton, di un ligero respingo. ¿Acaso él iba en la misma academia? Era probable, aun no los conocía a todos en el lugar, y bueno, no era que esperaba conocerlos a todos.

-Sí, acaban de transferirme a esa academia... ¿Asistes ahí también? Disculpa, es que conozco a muy pocos del colegio, de hecho, solo conozco a unos cuantos.-

-Mucho gusto, Kurt Hummel.- Estreché la mano que me tendía. Empezaba a sentirme con más confianza.

Hice un poco de memoria. Realmente su rostro empezaba a serme familiar y su nombre a sonarme de algún lado. Después de unos segundos di con lo que buscaba.- ¡Ya recuerdo! Estabas en el club de teatro de McKinley, ¿no es así? Me parece que te vi en una de las puestas en escena. Disculpa, pero tengo muy mala memoria. ¿Así que acaban de transferirte a Dalton también? Pero... ¿A qué te refieres con que es un buen lugar para alguien como tú?-

De inmediato noté que la pregunta podía ser muy inadecuada.- Lo siento, no debí preguntar.-

Al escucharlo, quedé atónito. Y claro que entendía a lo que se refería, me imaginaba perfectamente la clase de acoso que recibiría por parte de los demás, en especial de los del equipo de fútbol. Incluso llegué a preguntarme si acaso Karofsky también lo habría molestado o incluso... incluso si le habría hecho lo que a mí.

-Comprendo. Parece ser que McKinley es definitivamente una zona hostil para gente como nosotros.- Dije con cierta tristeza.

-Me alegra conocer a alguien que haya ido a la misma escuela que yo.- Le sonreí.- Y ahora que nos conocemos, creo que podremos ayudarnos mutuamente en Dalton. Por cierto... ¿Estabas observando el mismo suéter?- Señalé a la vidriera fugazmente.

Amable, encantador ¡Y además con excelente gusto! ¿Qué más podía pedir? Definitivamente la estancia en Dalton sería mucho más agradable ahora que comenzaba a conocer al resto del alumnado. Era una pena que Anthony y yo no nos hubiéramos conectado en McKinley, seguramente habríamos afianzado una buena amistad desde ese momento, habríamos compartido muchas cosas y sobre todo, nos habríamos apoyado mucho el uno al otro, que bien sabía yo, para gente en nuestra situación era algo que realmente nos hacía falta en una escuela como esa.

-Genial, tienes muy buen ojo y sobre todo un gusto exquisito.- Le comenté, viendo también de reojo la vidriera.- Y claro que nos ayudaremos mutuamente en Dalton. Es más, si debemos hacer equipo en clases, creo que he encontrado a otro compañero más.- Pensé en Blaine, entre los tres podríamos hacer cosas maravillosas.- Te invito un café.- Le sonreí.

-Eso no es justo, yo te invité primero.- Le dije riendo a su propuesta de ser él quien invitara.- Sígueme, conozco un buen lugar en este mismo centro.- Le tomé de la mano para guiarlo.

Llegamos a la cafetería del centro comercial. Un lugar pequeño pero agradable con algunas mesas en la entrada. Tomamos una y esperamos a que un mesero nos atendiera. Mientras tanto, seguí conversando con él.

-Y dime, Anthony, ¿Tienes hermanos? ¿hermanas? ¿Mascotas?- Reí.- Disculpa que pregunte tanto, pero bueno, me gustaría conocerte mejor, y ya que ambos somos ahora compañeros en Dalton.- Sonreí.- ¿Hace mucho que vives en Lima?

-¿Bristol? ¿Significa que eres inglés?- Inquirí, sorprendido. Era la segunda persona que conocía proveniente del otro lado del oceano y que por azares del destino había terminado en nuestro "pueblito de la locura".

La sonrisa de Anthony era encantadora y su paciencia conmigo era remarcable. Luego me preguntó sobre mí, era justo que le respondiera, ya lo había interrogado demasiado.

-Bueno... mi madre murió cuando yo tenía ocho años, desde entonces viví solo con mi padre. Él sabe sobre mi orientación y me apoya mucho, es más, sin su apoyo no sé dónde estaría en este momento.- No, sí que lo sabía, muerto en manos de Karofsky.- Recientemente él acaba de casarse con Carol Hudson... bueno, ahora Carol Hummel.- Sonreí.- Es la madre de Finn Hudson el mariscal del equipo de fútbol de McKinley. Por lo que ahora he ganado una madrastra, un hermanastro y una casa nueva con un adorable jardín.-

-¿Y qué les hizo venir a este lugar? Digo... Bristol me parece un lugar maravilloso, ¿Por qué decidieron venir aquí?-

Le vi juguetear con su cabello, lo cual me hizo sonrojar un poco... ¡bueno! No soy de piedra y que un chico lindo como él se manejara de esa manera tan encantadora siempre podía arrancar ciertos sonrojos a alguien como yo.

Cuando me dijo lo de mi madre, esbocé una leve sonrisa de agradecimiento. Por suerte dijo algo muy sabio, no debíamos ponernos tristes ahora.

Así que habían llegado aquí prácticamente sin motivo alguno. Eso sí que era impresionante. Me preguntaba si sus padres o incluso él mismo, no se estarían arrepintiendo de haber tomado tal decisión, ya que Lima Ohio podía ser un lugar bastante sórdido la mayor parte del tiempo y la verdad, muchos ansiabamos poder salir de ahí.

-¿Mi relación con Finn? Es muy buena, debo admitirlo. Al principio tuvimos algunas diferencias que casi les cuesta la relación a Carol y a mi papá, pero por suerte logramos sortearlas de buena manera y ahora somos como hermanos.- Sonreí.

-¿No te arrepientes de haber dejado Bristol?-

-¿En verdad los ingleses son menos tolerantes que la gente de Ohio?- Exclamé con sorpresa. Por un momento me imaginé a Bristol como un pueblito pequeño en el que todos vestían como los puritanos de las colonias americanas antiguas, algo así como un Salem. Sacudí la cabeza para quitarme esas absurdas ideas de la cabeza.

El mesero llegó, Thony pidió nuestras bebidas y este se fue. Luego escuché la pregunta que me hizo y no pude evitar esbozar una sonrisa condescendiente al recordar lo duro que me había preparado para la audición del solo y los resultados tan inesperados que había obtenido de ella.

-Sí, audicioné... incluso hice la audición para el solo, pero... no funcionó. Creo que simplemente no les gustó.- Emití una ligera risita.- ¿Y tú? ¿Audicionaste también? ¿Qué canción cantaste?-